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lunes, 1 de abril de 2013

La mala suerte puede cambiar

Esta es la historia de una chica que tenia miedo a hacer daño a los demás. Había perdido a sus padres, no tenia hermanos y jamas había echo lo que se dice un amigo, solo había conocido el dolor, porque todo aquel que a ella se acercaba sufría de alguna manera. Tanto era el dolor que ella provocaba que nunca nadie mas quiso conocerla y por eso ella pensó que no había nadie de verdad. Quiso morir porque sentía  que no tenia nada y que cuanto mas respiraba y vivía, mas sola se sentía  No encontraba nada que la hiciera reír  ni disfrutar, mas era su agonía que ni valor tenia para morir. Un día salio a caminar, porque lo único que de algún modo la tranquilizaba era sentir el aire rozándole el pálido rostro, rozar las hojas de los arboles, oler las rosas, observar a los niños del parque, oír sus risas, ver la felicidad en sus caras, la misma que ella no podía sentir. Caminaba por  un extenso camino, sin fijarse en nadie, había aprendido ha evadirse de la realidad, para huir de las burlas y de los desplantes de la gente. Cuando de repente se choco con alguien que caminaba en sentido contrario. Ella se callo al suelo, al caer su rodilla se rozo con la cera y una pequeña herida se hizo. Intento levantarse y le costaba, no por la herida si no porque se sentía algo mareada. La otra persona que vio que bien no estaba, le tendió la mano, para que ella pudiera levantarse. Pero la chica que sabia la mala suerte que atraía se la rechazo. En pos de toda su  fuerza apretando duramente la manos contra el suelo logro levantarse. Al ponerse por fin de pie pudo ver por primera vez a la persona con que se había chocado.
Era un hermoso joven de unos 18 años, moreno, con los ojos marrones de un color almendrado, delgado aunque con un abultado pecho, bastante alto, vestido con una camisa a cuadros, unos pantalones pitillo vaqueros y unas zapatillas rojas, la verdad es que era muy guapo.
- ¿ Estas bien? ¿ Necesitas algo?
- No, sera mejor que te alejes de mi.
- Porqué yo solo quiero ver que estas bien, ¿ Como tienes la pierna?- me miraba inquisitivamente  con una mirada llena de preocupación, pero yo solo tenia en la cabeza alejarme de el, no quería que nadie mas sufriría por mi, nunca mas.
Y me fui corriendo como alma que lleva el diablo, ni siquiera le conteste, no quería provocar dolor a nadie mas, pero no corría con normalidad, la herida me ardía y los mareos que me habían surgido a raíz de la caída aumentaban. Así que pare al instante.
Me deje caer en un banco intentando recuperar el aliento. Me fije en la herida y no me dejaba de sangrar, para colmo la cabeza me dolía horrores como si alguien me hubiera pegado un golpe.
De repente alguien me rozo la espalda.
- ¿ Por que corres?- me di la vuelta y ahí estaba otra vez de nuevo aquel chico.
- No te he dicho que te alejes de mi.
- No tengo ninguna razón por la que debo apartarme de ti.
- Si tu supieras quien soy yo, no dirías lo mismo.
- Bueno, pues entonces dime quien eres, ni siquiera se tu nombre.
- Me llamo Sandra.
- Bonito nombre, yo me llamo Oliver.
- Ahora que ya sabes mi nombre debo irme- me levante decidida a marcharme, pero en cuanto mi pierna mala rozo el suelo me tambalee y me maree, en el ultimo momento el me agarro. Mis ojos se quedaron fijos en los suyos tal era la fuerza con la que me agarraba que nuestros labios estaban apenas a pocos centímetros  el corazón me latía intensamente y tenia miedo de que el pudiera oírlo. Nos quedamos unos instantes así mirándonos. Algo me impulsaba a acercarme todavía mas a el, a aproximarme a sus labios, a su respiración pausada. CONTINUACIÓN:
Pero mi mente me recordó que un beso le arruinaría la vida, si ya la presencia lo causaba. Me aparte de el, sin dejar de mirarle. Me dispuse de nuevo a caminar, pero resbale y sus manos volvieron ha agarrarme con la misma dulzura.
- ¿Quieres que te lleve a alguna parte? - me miraba de un modo que yo jamas había visto; no podía comprender que le impulsaba a insistir, a acercarse a mi.
- No, no tengo a donde ir, no hay ningún sitio donde pueda estar.
- ¿Lo dices en serio?
-No mentiría con algo así.
- Te llevare a mi casa.
- Sera mejor que no,déjame, ya has hecho suficiente.
- Ni hablar, no aceptare un no por respuesta.
Le mire a los ojos, y supe que por mucho que me negara, no conseguiría que se fuera. Accedí con un leve movimiento de cabeza. Al instante sonrió ampliamente. Se levanto y me agarro para poder llevarme. Mientras caminábamos no dejaba de mirarme, era extraño el efecto que tenia su mirada en mi, sus ojos eran de  un color verde que yo jamas había visto, cuando el sol se reflejaba en ellos brillaban como estrellas en el cielo. Me sonreía una y otra vez y yo no podía dejar de sentirme a gusto y feliz en su presencia; de algún modo calmaba mi alma,mi mente, mi corazón.
Llegamos, era una casita baja, pequeña,pero acogedora y luminosa. Desde el primer momento que entre sentí que ya había estado allí. Me gustaba mucho, no se como explicarlo, mi vida había cambiado en unos minutos y no podía creer mi suerte. ¿La suerte puede cambiar? Siempre había creído que no, que era mi destino estar sola, morir sola. Pero tal vez y solo digo tal vez, hubiera estado siempre equivocada.
EN UNOS DÍAS ESCRIBO EL FINAL
SIENTO HABER TARDADO TANTO AHÍ VA:
Me sentía feliz, como nunca, pero aun así desconfiaba de mi nueva situación, era demasiado perfecto.
El me protegía, he intentaba constantemente averiguar sobre mi, sin embargo yo mantenía la boca cerrada. Pensaba que si le decía quien era, se apartaría de mi sin pensarlo. Y me asustaba la idea de perder a la única persona, que me había ayudado, en un mundo donde todos me habían dado la espalda. Esos días fueron los mejores; nos levantábamos con los primeros rayos del sol, antes de eso le observaba mientras dormía. Alguna que otra vez sentí que el me miraba aunque nunca puede saberlo. Después desayunábamos juntos en la mesa de estar. Vivía solo, sus padres se encontraban en otra ciudad, de vez en cuando le mandaban dinero. Pero ami no me importaba quien fuera, yo disfrutaba de su compañía y yo creo que el de la mía. En los primeros días apenas salimos de la casa, a mi no me importaba, a la única persona con la que quería estar se encontraba junto a mi. Pero según pasaron los días las preguntas hacia mi iban en aumento, no creo que pudiera ocultar le la verdad por mucho tiempo. Era cuestión de tiempo el tener que apartarme de el. ¿Cuanto tiempo podría estar con el sin causarle dolor? Aquella noche decidí que debía irme. De repente el me tapo los ojos y me llevo con cuidado a otra habitación. En ella se respiraba frescura, un aroma de flores, podía distinguir el olor de la rosa, del jazmín, de las lilas y muchas otras que no pude reconocer. Y cuando sus manos se deslizaron por mi rostro pude sentir unas manos fuertes, firmes. Era precioso lo que mis ojos podían ver, una mesa llena de pétalos rojos, unas velas perfumadas y todo la estancia llena de las fragancias mas dulces que se pueden imaginar. Me tendió la mano para ayudarme a sentar, me entrego una rosa y me dijo:
- Eres la chica mas linda que mis ojos han podido observar, eres la flor mas dulce de esta sala de estar, pero sin embargo eres aquella que me hace sentir especial.
No podía salir de mi asombro, pues que alguien sintiera aquello por mi, me llenaba de gozo. Mas si era Oliver, un chico guapo donde los haya, divertido, alegre, buena persona que se puede decir, no hay palabras. Y por segunda vez sentí la necesidad de besarle, pero me contuve, ya sabéis porque.
Esta vez fue el quien se acerco a mi, y yo envede responder le, salí corriendo.
Corrí lo mas que pude calle abajo, y por unos momentos pude oír los gritos de Oliver llamándome, pero yo no pare, sino acelere. No podía hacerle aquello, aunque lo quisiera mas que nada. Se que muchas personas no podrán creerse que apenas necesite unos instantes para quererle, y unos días para amarle. No recuerdo muy bien donde llegue, ni siquiera donde dormí. A la mañana siguiente Oliver salio de casa,estaba dando una vuelta buscándome, no se muy bien como pero descubrió quien era yo. Y no paro de buscarme y gritar mi nombre, consiguió encontrarme. Me grito a la cara el hecho de haberle mentido, de no haber sido sincera, pensé que no quería volver a verme después de aquello. Sus gritos parecían amenazantes, pero después su rostro se tranquilizo y de sus ojos unas pequeñas lagrimas brotaron. Me agarro fuertemente mientras me decía:
-No te vayas por favor, no puedo estar sin ti, han sido las peores horas. Me he dado cuenta de que estoy enamorado de ti y pensar por un momento no volver a verte, me ha matado por dentro.
- Pero sabes lo que atraigo- le mire con tristeza.
-A mi no me importa quien seas, ni si traes suerte o no. Yo solo quiero estar contigo.
Y me dio el beso mas dulce y bonito que nunca en mi vida podría haber imaginado, ni siquiera comparable a una película. Nuestros labios eran uno solo, al igual que los latidos de nuestro corazón, palpitaba a un mismo son. Esa es mi historia. ¿Que fue de mi mala suerte? Bueno, creo que se disipo, o al menos yo ya no siento que tengo mala suerte. Creo que solo necesitaba que alguien me quisiera, aunque solo fuera un poquito.